martes, 30 de junio de 2009

EL ESCAPULARIO DEL CARMEN (PARTE VII)


La Virgen María, Nuestra Madre, es el camino para llegar a Jesús. Para los carmelitas, su protección, como Madre de Dios y Madre Nuestra, se simboliza a través de su Escapulario, María nos cobija y nos envuelve en su amor maternal con esta tela o manto que nos protege de todo mal.

Son muchos los signos y prodigios reconocidos de la Santísima Virgen bajo la advocación del Carmen y el Santo Escapulario. En el siglo XIV se apareció al futuro Papa Juan XXII, entonces cardenal, en Avignon, Francia. Allí la Virgen prometió una especial asistencia a los que llevasen el Escapulario del Carmen, asegurándole que los libraría del Purgatorio el primer sábado después de su muerte. Esta promesa, conocida como el “Privilegio Sabatino”, fue promulgada por el Papa Juan XXII en el año 1.322.

En 1.950 lo recordaba el Papa Pío XII: «Ciertamente, la piadosa Madre no dejará de hacer que los hijos que expían en el Purgatorio sus culpas, alcancen lo antes posible la Patria Celestial por su intercesión, según el llamado privilegio sabatino, que la tradición nos ha transmitido con estas palabras: “Yo, su Madre de Gracia, bajaré el sábado después de su muerte y a cuantos –religiosos, terciarios y cofrades– hallare en el Purgatorio los libraré y los llevaré al monte santo de la vida eterna”».

El mismo día en que San Simón Stock recibió el Escapulario, tocó el cuerpo de un moribundo que no quería arrepentirse de sus pecados y obtuvo el primer milagro: la inmediata conversión del enfermo.

San Alfonso María de Ligorio y San Juan Bosco, entre muchos miles, difundieron con mucha insistencia esta devoción. Y en ambos casos, años después de su muerte, los Escapularios fueron hallados intactos, a pesar de que las vestimentas mortuorias se encontraron deterioradas. El de San Alfonso, que está en un relicario, se puede venerar en Marianella, su ciudad natal.

San Claudio de la Colombière, confesor de Santa Margarita María de Alacoque, confidente del Sagrado Corazón de Jesús, afirmaba: «No; no basta decir que el Escapulario es una señal de salvación. Yo sostengo que no hay otra que haga nuestra predestinación tan cierta como ésta, del Escapulario, y a la cual consecuentemente nos debemos acoger con más celo y constancia».


Estos signos deben animar a los cristianos a vestir con devoción el Escapulario de la Virgen María, que tantos prodigios ha obrado a través de los siglos y que promete una ayuda especial y protección maternal de parte de la Santísima Virgen María.

Pidamos a la Santísima Virgen del Carmen: “Que mi Escapulario me acompañe siempre. Que en él vea siempre a mi Madre celestial. Que al besarlo lo haga con amor de hijo y como promesa de amarle más y servirle mejor. Que su recuerdo y su presencia en mi pecho me anime a serle más fiel a Ella y a su Hijo. Que en él vea grabadas todas las virtudes de mi celeste Madre y trate de vivirlas. Que su constante presencia sobre mi corazón me ayude a evitar el pecado y a practicar la virtud. Que su recuerdo nunca permita que me olvide de Ella y así puedo estar seguro que Ella no me abandonará.”

Mª José García Fernández
Secretaría